El otro
día, entre café y café, un amigo me confesó que estaba hasta las narices (en
realidad utilizó un término algo más tosco) de su trabajo, de las
organizaciones matriciales, de las multinacionales y en especial de su empresa.
“¿Por qué?” le pregunté yo. “Porque mi empresa es una montaña rusa, y yo no
aguanto más”, me dijo con gesto desesperado.
Eso me
hizo reflexionar. Investigando sobre el origen de las montañas rusas, descubrí
que provienen de un entretenimiento típico ruso que consistía en descender
colinas de hielo muy empinadas en trineo. Posteriormente la “técnica” fue
mejorándose, añadiéndose ruedas a los trineos y buscando también valles para
que la sensación de desubiquidad e inestabilidad fuera más fuerte.
Esa sensación coincidía perfectamente con lo que mi amigo se refería, la
continua tensión, los no anunciados altibajos, las prisas y los continuos
fuegos a apagar…
Mi
amigo acusaba a “la empresa” como culpable. Y cierta razón tenía, porque posiblemente
la falta de planificación (ojo, planificación de la buena, con planes de
contingencia y estudio de alternativas ante distintos escenarios) sea una de
las debilidades más comunes en las empresas.
Sin
embargo, cuando hablamos de “la empresa” como ente ajeno e independiente tendemos
a olvidarnos de que en realidad se trata de un conjunto de personas que con su
comportamiento moldean lo que esa empresa es y hace. Por eso le pregunté que qué
podía hacer él para cambiar esa situación y erradicar el estrés de su vida.
Evidentemente
en un entorno empresarial y social tan dinámico como el que vivimos, la
ordenación y certidumbre total sobre las tareas de un trabajador es imposible
de imaginar. De ahí que todas las ofertas de empleo que se publican requieran
gente “flexible”, “dinámica” y ya en muchos casos aparece la famosa y tan
importante resiliencia.
La
resiliencia, o la habilidad de asumir con flexibilidad situaciones límite y
sobreponerse a ellas, no es una utopía. De hecho, cambiando ciertos hábitos
podemos sobrellevar los altibajos de la montaña rusa mucho mejor y disminuir el
estrés:
v Establecer prioridades. Qué es urgente y qué no lo es,
qué es estratégico y qué no lo es, qué es una inversión de tiempo y que es una
pérdida de tiempo. En este sentido, saber decir que no es el mantra que nos permite
discriminar y organizarnos según nuestro orden de prioridades.
v Planificación. Como decíamos existen muchos picos de
trabajo cíclicos que podemos prever (también en nuestro trabajo individual) y
así prepararnos con antelación para evitar la sobrecarga de trabajo.
Apuntémonoslo para el año que viene y démosle un poquito al retroplanning!
v Nutrición. Hay que olvidarse del sándwich de máquina y
la chocolatina que devoras a toda prisa en tu sitio. Está claro que tienes
prisa y que no puedes trabajar largas horas habiendo comido un cochinillo, pero
existen términos medios para alimentarse mejor y más tranquilo.
v Buscar apoyos. Otro que nos tendríamos que tatuar… saber
buscar y obtener la ayuda de tus compañeros en aquello en lo que realmente
pueden ofrecer más, mejor y más rápido que tú es clave. Quien sepa detectar y
organizar las “ventajas
competitivas” de las personas de esta forma trabajará de forma mucho
más eficaz y además estará en el camino de convertirse en un buen líder.
v Ante las dificultades, centrarse en la
solución y no en el problema. Solemos tender a buscar culpables y
consumir nuestro tiempo en detectar por qué nos hemos equivocado, lo cual crea
frustración, rencillas con los compañeros y en definitiva nos hace perder el
tiempo. Aparcar el problema, relativizarlo (seguro que no es tan grave!) y
trabajar juntos en la solución nos acercará en mejor tiempo y forma al
objetivo.
v Buscar pausas en el trabajo, al menos
5-10 minutos cada dos horas y relajarse… bien con un café, un pequeño paseo
cerca de la oficina, o una charla con un compañero.
v Actividad física para escapar
del estrés y mantener la un estado mental-físico estable. No tiene por qué ser
boxeo, ni judo ni ninguna disciplina que nos permita dar patadas (oye, qué bien
suena eso de dar puñetazos cuando llevas tres días sin parar para preparar ese
dichoso informe). En realidad puede ser cualquier cosa, desde hacer marcha a
ritmo ligero, jogging... Lo que cada cual disfrute. Otros puntos que sin duda
pueden ayudar son la respiración, la postura en el puesto de trabajo, más horas
de sueño y, en definitiva, una vida más saludable.
v Actitud positiva. Aceptar que los cambios forman parte de la
vida con tranquilidad, seguridad y sentido del humor siempre ayuda para
afrontar los problemas de forma más saludable y encontrar soluciones más
rápidamente.