El otro día leía una encuesta de Trabajando.com
sobre las cenas de navidad, donde se resolvía que el 43% de las empresas españolas
organizan cenas de navidad, y que de entre los trabajadores que tenían cena de
navidad en su organización el 69% la valoraba de forma positiva. Nos
queda por tanto un camino largo por recorrer en esto de los eventos sociales en
la empresa, y la cena de navidad es la primera piedra.
Para mí el éxito en la cena de navidad se mide en
función del porcentaje de asistentes, de la permanencia en la cena (si van por
cumplir o si por el contrario se quedan un ratito después), del grado de
disfrute de los trabajadores durante la cena y sobre todo del runrún posterior
que provoque. Para los empíricos, podríamos medir este último punto como el
número de conversaciones sobre la cena de navidad que surjan en los días
posteriores y las emociones que genera dicho recuerdo.
Cuando el sentir general hacia la cena es el de
“vaya rollo, a ver cómo me escaqueo” es que algo va mal. Y probablemente no
solo afecte a la cena de navidad en sí, sino que exista un problema de compromiso y de clima laboral,
mucho más complejo, en el que deberíamos de indagar y atacar (hablaremos de
estos temas en posts futuros).
No obstante, existen una serie de medidas y
aprendizajes que podemos aplicar para conseguir celebrar una cena de navidad de
éxito y confrontar las sensaciones negativas sobre la misma.
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Una de las razones por las que se
hacen las cenas de navidad es para hacer partícipes a todos los empleados, fomentar
el espíritu de equipo y “suavizar” las barreras jerárquicas que pudieran
existir. Primer error: que haya gente que no esté invitada (véase
subcontratados o becarios). Aunque en muchas organizaciones esto parezca
impensable, en muchas otras es parte del código de la empresa y no ayuda a
conseguir el éxito deseado en la cena de navidad.
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Otro típico problema que surge en
estas reuniones son los mini-grupitos, especialmente cuando hablamos
de las “élites”. El típico director que se pone a hablar con sus colegas directivos o el General Manager que
no se separa de su secretaria o su equipo de Top Managers (algunos incluso se
instalan en el plato del jamón y miran por encima del hombro a los demás).
Estos mini-grupos actúan como un
virus tremendamente contagioso y al final acabamos teniendo “n” eventos
navideños diferentes que no distan demasiado de lo que podría ser una comida de
un día normal y corriente, cada oveja con su pareja. Oigan, pues no hemos
conseguido nuestro objetivo. Y aunque todos seamos parte de este problema, el
mayor esfuerzo tienen que hacerlo los altos cargos, intentando entablar
conversación con personas en otros niveles de la organización.
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Resulta muy importante intentar, en
la medida de lo posible, salir del ambiente de trabajo para poder
fomentar relaciones entre los trabajadores más allá de lo profesional. Al
final, si nos encontramos en las oficinas, aún con canapé en mano, cada cual
sigue llevando su etiqueta (“soy el becario”, “soy la secretaria”, “soy la
directora”) y las conversaciones giran en torno a temas mundanos, pero de
oficina. Tenemos pues una reunión de trabajo pero con copas de vino, no hemos
cambiado nada.
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Que la gente se suelte y se sienta cómoda. Según
la organización y el presupuesto, a veces ayuda el permitir que el trabajador
venga acompañado de un familiar o amigo. Si no, existen otras opciones como el
karaoke (me contaba un amigo que la mejor cena de navidad que recuerda fue en
la que el director de marketing se arrancó a cantar “Eva María” de Formula V y
se le fueron uniendo ayudantes en la misión) o algún vídeo que hayamos
preparado con fotos, logros y momentos de la compañía y sus trabajadores a lo
largo del año. Los concursos y las fiestas temáticas, según la organización en
la que nos encontremos, pueden constituir la guinda del pastel.
El vino siempre es un buen
compañero, pero con moderación. Desaconsejaría la opción de barra-libre o
excedernos en botellas de vino por mesa, que luego nos encontramos con Ramírez
con la corbata en la cabeza llamando cretino al director general. Eso tampoco
es lo que queremos.
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Tal vez una de las claves sea el intentar
generar confianza
entre los trabajadores, que no piensen que están siendo observados para
detectar quién bebe una copita de más o quien dice algo malo sobre la empresa. Para
ello es importante hacer ver que el primero que está fuera de la oficina y no
se siente encorsetado, es el jefe. Y desde luego, evitar cualquier comentario
formal en tono de reproche sobre temas acontecidos en la cena, salvo que algo
verdaderamente grave haya ocurrido.
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Muchas veces el principal
inconveniente lo tenemos antes de realizar la fiesta, con el rechazo previo de
los trabajadores. Una gran práctica para combatirlo es intentar involucrar a
los empleados en la preparación de la fiesta (además así descargamos
de trabajo al área de RRHH). Las alternativas van desde crear un concurso con
mini-premio para la mejor idea y organización de la cena de navidad, hasta ir
preparando a los empleados para el certamen de baile, o de disfraces, o de
cualquier otra cosa divertida que se nos ocurra y que vaya a tener lugar en la
cena.
Como en todas las iniciativas que
lancemos, hay que apalancarse siempre en empleados queridos y “echaos pa alante”, pues si todo parte
de RRHH posiblemente no consigamos la colaboración deseada.
Al final, cada organización es como es, y aunque yo
personalmente crea en una cultura abierta y colaborada como máxima para poder
conseguir organizaciones rentables y sostenibles, no se trata de cambiar a las
organizaciones. Según el sector, la empresa y la filosofía de una organización,
una estructura cerrada y unas reglas formales pueden funcionar perfectamente
(es el caso de grandes consultoras por ejemplo).
Lo que no deberíamos de hacer sería caer en la incoherencia.
Si somos una empresa de las que comentábamos anteriormente, tal vez no sea una
buena idea realizar una cena de navidad, pues seguramente generemos rechazo,
incomodidad y desconfianza. Podemos simplemente ofrecer un regalo y una copa en
las oficinas, o hacer una reunión general con piscolabis.
Ahora bien, si aspiramos a un clima de trabajo
diferencial y una cultura de trabajo en equipo, la cena de navidad ha de ser
uno de los pilares en nuestro plan de engagement, y para ello hemos de prestar atención a todos
los factores que señalábamos para asegurar el éxito.
A LA DE MI EMPRESA VAMOS BOBLIGADOS...
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