sábado, 15 de diciembre de 2012

Cena de navidad: ¿sí o no?



El otro día leía una encuesta de Trabajando.com sobre las cenas de navidad, donde se resolvía que el 43% de las empresas españolas organizan cenas de navidad, y que de entre los trabajadores que tenían cena de navidad en su organización el 69% la valoraba de forma positiva. Nos queda por tanto un camino largo por recorrer en esto de los eventos sociales en la empresa, y la cena de navidad es la primera piedra.
Para mí el éxito en la cena de navidad se mide en función del porcentaje de asistentes, de la permanencia en la cena (si van por cumplir o si por el contrario se quedan un ratito después), del grado de disfrute de los trabajadores durante la cena y sobre todo del runrún posterior que provoque. Para los empíricos, podríamos medir este último punto como el número de conversaciones sobre la cena de navidad que surjan en los días posteriores y las emociones que genera dicho recuerdo.
Cuando el sentir general hacia la cena es el de “vaya rollo, a ver cómo me escaqueo” es que algo va mal. Y probablemente no solo afecte a la cena de navidad en sí, sino que exista un problema de compromiso y de clima laboral, mucho más complejo, en el que deberíamos de indagar y atacar (hablaremos de estos temas en posts futuros).
No obstante, existen una serie de medidas y aprendizajes que podemos aplicar para conseguir celebrar una cena de navidad de éxito y confrontar las sensaciones negativas sobre la misma.

v  Una de las razones por las que se hacen las cenas de navidad es para hacer partícipes a todos los empleados, fomentar el espíritu de equipo y “suavizar” las barreras jerárquicas que pudieran existir. Primer error: que haya gente que no esté invitada (véase subcontratados o becarios). Aunque en muchas organizaciones esto parezca impensable, en muchas otras es parte del código de la empresa y no ayuda a conseguir el éxito deseado en la cena de navidad.

v  Otro típico problema que surge en estas reuniones son los mini-grupitos, especialmente cuando hablamos de las “élites”. El típico director que se pone a hablar con sus  colegas directivos o el General Manager que no se separa de su secretaria o su equipo de Top Managers (algunos incluso se instalan en el plato del jamón y miran por encima del hombro a los demás).
Estos mini-grupos actúan como un virus tremendamente contagioso y al final acabamos teniendo “n” eventos navideños diferentes que no distan demasiado de lo que podría ser una comida de un día normal y corriente, cada oveja con su pareja. Oigan, pues no hemos conseguido nuestro objetivo. Y aunque todos seamos parte de este problema, el mayor esfuerzo tienen que hacerlo los altos cargos, intentando entablar conversación con personas en otros niveles de la organización.

v  Resulta muy importante intentar, en la medida de lo posible, salir del ambiente de trabajo para poder fomentar relaciones entre los trabajadores más allá de lo profesional. Al final, si nos encontramos en las oficinas, aún con canapé en mano, cada cual sigue llevando su etiqueta (“soy el becario”, “soy la secretaria”, “soy la directora”) y las conversaciones giran en torno a temas mundanos, pero de oficina. Tenemos pues una reunión de trabajo pero con copas de vino, no hemos cambiado nada.

v  Que la gente se suelte y se sienta cómoda. Según la organización y el presupuesto, a veces ayuda el permitir que el trabajador venga acompañado de un familiar o amigo. Si no, existen otras opciones como el karaoke (me contaba un amigo que la mejor cena de navidad que recuerda fue en la que el director de marketing se arrancó a cantar “Eva María” de Formula V y se le fueron uniendo ayudantes en la misión) o algún vídeo que hayamos preparado con fotos, logros y momentos de la compañía y sus trabajadores a lo largo del año. Los concursos y las fiestas temáticas, según la organización en la que nos encontremos, pueden constituir la guinda del pastel.

El vino siempre es un buen compañero, pero con moderación. Desaconsejaría la opción de barra-libre o excedernos en botellas de vino por mesa, que luego nos encontramos con Ramírez con la corbata en la cabeza llamando cretino al director general. Eso tampoco es lo que queremos.

v  Tal vez una de las claves sea el intentar generar confianza entre los trabajadores, que no piensen que están siendo observados para detectar quién bebe una copita de más o quien dice algo malo sobre la empresa. Para ello es importante hacer ver que el primero que está fuera de la oficina y no se siente encorsetado, es el jefe. Y desde luego, evitar cualquier comentario formal en tono de reproche sobre temas acontecidos en la cena, salvo que algo verdaderamente grave haya ocurrido.


v  Muchas veces el principal inconveniente lo tenemos antes de realizar la fiesta, con el rechazo previo de los trabajadores. Una gran práctica para combatirlo es intentar involucrar a los empleados en la preparación de la fiesta (además así descargamos de trabajo al área de RRHH). Las alternativas van desde crear un concurso con mini-premio para la mejor idea y organización de la cena de navidad, hasta ir preparando a los empleados para el certamen de baile, o de disfraces, o de cualquier otra cosa divertida que se nos ocurra y que vaya a tener lugar en la cena.

Como en todas las iniciativas que lancemos, hay que apalancarse siempre en empleados queridos y “echaos pa alante”, pues si todo parte de RRHH posiblemente no consigamos la colaboración deseada.

Al final, cada organización es como es, y aunque yo personalmente crea en una cultura abierta y colaborada como máxima para poder conseguir organizaciones rentables y sostenibles, no se trata de cambiar a las organizaciones. Según el sector, la empresa y la filosofía de una organización, una estructura cerrada y unas reglas formales pueden funcionar perfectamente (es el caso de grandes consultoras por ejemplo).
Lo que no deberíamos de hacer sería caer en la incoherencia. Si somos una empresa de las que comentábamos anteriormente, tal vez no sea una buena idea realizar una cena de navidad, pues seguramente generemos rechazo, incomodidad y desconfianza. Podemos simplemente ofrecer un regalo y una copa en las oficinas, o hacer una reunión general con piscolabis.
Ahora bien, si aspiramos a un clima de trabajo diferencial y una cultura de trabajo en equipo, la cena de navidad ha de ser uno de los pilares en nuestro plan de engagement,  y para ello hemos de prestar atención a todos los factores que señalábamos para asegurar el éxito. 

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